Verde.
Es curioso que, ahora que ha pasado un tiempo desde esta mi primera triatlón, lo único que me viene a la cabeza es el verde fosforito de esas aguas “purificadas”. Trataré de aclarar un poco esos recuerdos. Antes disculpadme por la tardanza en escribir, tenía que haberlo hecho el mismo fin de semana pero lo he ido dejando por diversos motivos.
Los tritones representantes en el Triathlon Sprint |
Preparados para bajar al pantalán |
Después de un inicio en el que los golpes al nadar eran frecuentes (Nada grave, al menos para mí), fui notando que se iba haciendo más hueco entre nosotros. Sin referencias por el color del agua, procuraba llevar un ritmo tranquilo, controlando mucho el batir de piernas para no subir rápido de pulsaciones y tratando de estirar brazadas lo máximo posible. En varias ocasiones pensé en las lanchas que teníamos a nuestro alrededor, con los socorristas dispuestos. Desee no tener que darles trabajo hoy.
A los 100m levanté cabeza para alinearme con la primera boya. En ese momento comprendí que el motivo por el que había dejado de recibir golpes no era por haberme quedado detrás del grupo. Simplemente estaba yéndome en una dirección equivocada. Tras maldecir lo ingenuo que había sido (Por novato) y el esfuerzo que estaba haciendo de más, decidí alternar la braza con el nado a crawl. De esta forma resultaba más fácil orientarse, y además conseguía regular mejor las pulsaciones.
Tras el giro de la primera boya y el catamarán del lago, se enfilaba un tramo más corto. Comparado con el anterior parecía que lo teníamos hecho. En ese tramo, empezaron a mezclarse los gorros azules con los blancos de las primeras chicas que venían nadando fuerte.
Al llegar a la segunda boya hubo pequeños momentos de tensión por girar lo más pegado posible a ella. Viendo cómo se las gastaban las chicas, preferí bordear por fuera, porque estaba claro que no iba a ser mi día de pelear por la posición.
Tras bordear la segunda boya, se hace de nuevo un tramo corto. Aquí ya el nado a crawl lo voy dejando cada vez más (Para vergüenza mía, la verdad) y paso a la braza que me permite esquivar mucho mejor a la gente. Voy sin referencias, pero intento que la gente que está a mi lado no me deje muy atrás. En alguna de las patadas le pego a alguien que venía por detrás. Es mejor que pase un rato a crawl :s
Rampa de salida. Quedan detrás los 750 metros de natación y veo justo delante de mí un mono de los tritones. Iván, que había salido en mi manga, estaba saliendo conmigo, con lo que por lo menos hasta ahí íbamos bien. Con cuidado por no resbalar, nos vamos a la zona de transición. Los amigos tiran fotos mientras ve la prueba. Hemos salido chicos, y estamos bien.
Al llegar a la transición empieza el lío. Esta vez había dejado todo perfectamente preparado: Casco preparado, gafas abiertas, calas sin atar. Descolgar la bici y a correr para salir de transición. Otro mono de tritón, Ana Ibáñez, la terminator de la sección femenina sale conmigo porque ya me ha recuperado los dos minutos de ventaja respecto a cuando salió ella. Pasamos por el control y marco un 18:32 en el T1.
Comienzo la bicicleta pensando en los repechos que tenemos por delante en las tres vueltas al circuito. Además, por utilizar una bicicleta de montaña y no de carretera, soy consciente de que voy a perder un tiempo precioso en el tramo más largo de la carrera (y por tanto el más selectivo). El circuito tiene una primera subida corta y pronunciada para descender un par de kilómetros hasta llegar al pie del cerro garabitas, cuya subida es la más larga y exigente. Al coronar se tiene una vista estupenda de Madrid y se inicia un descenso rápido, con curvas en algunos casos peligrosas y grandes rectas que permiten rodar muy rápido.
En la primera vuelta soy consciente de que me van pasando en la subida a garabitas todos los que tienen bicicleta de carretera. Me levanto en la bici para tratar de defender posición. No me la he estado jugando en los primeros descensos para perder todo en esta subida. Al terminarla, y mientras voy cambiando platos y piñones lo antes posible para mantener el castigo a las piernas, miro al soberbio espectáculo de la catedral y el palacio real a lo lejos.
Aprieto dientes y empiezo el descenso a tope. Recupero posiciones respecto a ciclistas más prudentes. Se pasa como una exhalación por curvas, repechos y rotondas. Paso al lado del lago, donde más gente se congregaba y escucho a los tritones dando ánimos. Los que habían salido en el primer turno ya han terminado. Empiezo a envidiarles. Aunque no lo supe entonces, en esta primera vuelta conseguí mantener la distancia con Iván.
La segunda vuelta se hace más larga, uno ya sabe lo que le espera por delante y se hace más reservón. La subida a garabitas se me estira. La bajada la hago rápido pero reservando. Se nota que ya moralmente no estoy tan fuerte.
De la tercera vuelta ya ni hablar, en la subida a garabitas estuve comentando con unas chicas que les habían puesto una sanción por ir a rueda y que me estuvieron explicando cómo les habían sacado la tarjeta amarilla.
A la llegada a la zona de transición veo muchas bicis. Demasiadas. Aunque hay algunas ausencias, se nota que somos los últimos de filipinas. El objetivo es acabar, me digo, y salgo de la zona de transición intentando tomarme un gel. Quedan atrás más de 22 kilómetros en bicicleta que hago en 1 hora y 4 minutos, muy por debajo del resto de los tritones que iban con bicicleta de carretera que estuvieron en 51 minutos.
Tengo mala suerte y, a los pocos metros, se me atraganta el gel en la garganta. Me quedo sin respiración y tengo que parar en el avituallamiento. Durante el resto de la prueba fui carraspeando y tosiendo por culpa del azúcar y hubo momentos en los que lo pasé realmente mal.
La carrera a pie son dos vueltas a un pequeño circuito, en el que todo el mundo se ha apelotonado. Cuando te incorporas al circuito ya no sabes quién te puede servir o no de referencia, con lo que lo mejor es irse guiando por sensaciones. Además, yo estoy muy acostumbrado a salir con pulsómetro e ir controlando en todo momento el esfuerzo; con lo que hoy estoy un poco perdido. Empiezo despacio por el tema del gel, pero procuro ir cogiendo ritmo a medida que pasan los metros.
Salida al circuito de carrera a pie. Aquí ya me iba atragantando con el gel |
El circuito se ha ido vaciando. Ahora quedamos los que hemos venido a pasarlo mal. Paso a varias chicas que van muy forzadas y eso me da algo de ánimo, aunque se que a ellas les quedan todavía las dos vueltas y que no me debería comparar con ellas.
Pasan los metros y enfilo entrada a meta. Se acabó. 28 minutos corriendo y un tiempo total de 1:55. Se ha sufrido pero acabé el primer triatlón como tritón (Podría llamarse el primer tritontlon). Hora de volver a casa, descansar y prepararse para la tarde. Si, aquí no acabó todo, todavía queda más:
Triatlón por equipos
Por la tarde se esperaba la verdadera fiesta del triatlón de todos los tritones. En modalidad de relevos la gente pierde más el respeto a las distancias y se animó a participar, con lo que tuvimos 7 equipos de los 50 que participaban en la prueba.
Yo formé equipo con Iván y Eulogio, que me permitieron hacer el segmento de carrera a pie. La verdad es que fue de lo mejor, porque bici visto el desastre de la mañana no era plan de usarla y no me apetecía volver a probar las aguas de la Casa de Campo.
El equipo 1003 de los tritones |
Echando una siestecita. Yo estiro al fondo para que no parezcamos un grupo de piltrafas |
Al final entrada en meta de los tres integrantes del equipo con una marca de 24:48 en la carrera, lo cual para el cansancio que llevaba y el aburrimiento de correr más o menos sólo, no estuvo nada mal.
En resumen: Fue la fiesta del triatlón, no hay duda. Yo me lo pasé genial y me gustó la experiencia, que era en lo que realmente consistía. El objetivo era terminar y comprobar la evolución en este año. Como digo últimamente, hace un año, cuando salía a correr me tenían que esperar y, en alguna ocasión volver a buscar, así que no se pueden negar los resultados. Así que repetiré, sin duda. Eso sí, la próxima vez ya no podré usar la excusa de la bicicleta J