26 abril 2011

Un paseo por los alpes bávaros

Semana de descanso en Alemania. La verdad es que el calendario laboral ha dejado poco respiro en estos primeros meses del 2011, con lo que tenía muchas ganas de parar durante unos días para tomar un descanso y dedicarme un tiempo a pensar sobre cómo ha empezado el año y cómo serán los próximos meses.

Aunque tenía previsto continuar entrenando a un ritmo más bajo, la verdad es que el buen tiempo que ha hecho, las visitas a ciudades como Nuremberg, Bamberg o Salzburgo, me han ocupado la mayor parte de los días. Además, este tiempo tan bueno ha provocado que me haya agarrado un buen catarro primaveral, lo que se ha traducido en una congestión como hacía tiempo que no agarraba.

Este catarro no me ha dejado practicar en natación (Creo que al paso al que voy no conoceré la espectacular piscina del Olimpiapark de Munich), aunque me había llevado todos los artilugios para practicar y aprovechar la piscina de 50 mts. La verdad es que me hubiera gustado nadar esta distancia para comprobar lo distinto que es hacer 20 mts (seamos sinceros, con el impulso desde la pared se queda en menos de 15) a estar en una calle en la que el otro extremo se vea muy lejos.

Como tras los últimos entrenamientos de carrera  estaba empezando a sentir algo de la tristeza de corredor (Esa sensación de no querer salir a correr y de estar instalado en una apatía constante), prefería dedicarme a otras cosas, así que la propuesta que me hicieron de pasar un día por las montañas me cayó como un regalo: El día se presentaba soleado, muy despejado y el pueblo desde el que empezamos (Walchensee) aunque muy preparado para el turismo local, no tenía todavía muchas aglomeraciones.

El recorrido (Os dejo parte del perfil más abajo, la batería de mi Garmin no me aguantó toda la jornada) era bastante exigente al principio. Discurríamos por un sendero (Muy bien señalizado y preparado, que para algo estábamos en Alemania) que no daba ninguna tregua y que nos hacía ir subiendo por un área de bosque muy frondoso. En esta época, la zona de Baviera está especialmente espléndida: todo el campo muy verde, los árboles de nuevo recubiertos de hojas y las plantas en plena floración.







Una vez que hicimos cumbre llegamos a un Biergarten que estaba en la cima de la montaña pero que, dado lo inusual del buen tiempo en esta época del año, no estaba abierto. Así que, espíritu de compañerismo al poder y compartir lo mucho o poco (más bien poco) que llevábamos en las mochilas para comer, eso sí, aquí ya teníamos unas vistas privilegiadas sobre toda Bavaria al norte, y sobre los Alpes al sur.

Tras la breve parada a almorzar, seguimos por el camino que discurría por las cumbres. En esta parte, el sendero se estrechaba dejando únicamente la posibilidad de ir en fila de a uno y además con bastante peligro, ya que había zonas con hielo. Eso sí, las vistas continuaban siendo espectaculares, la sensación de aire fresco y puro si cabe más reconfortante y las indicaciones, ayudas y el cuidado del camino seguían evidenciando que estábamos en Alemania: todo perfectamente cuidado y dispuesto.

Después de 8 horas de caminata llegamos hasta el teleférico que nos devolvía al pueblo de Walchensee. El día se había hecho largo y el recorrido había sido exigente, así que nos habíamos ganado la comida (Además que no habíamos comido más que algún mejillón, algo de jamón, chocolatinas y algo de manzana), por suerte, a la hora de acabar era la hora teutona de la cena (Si, exacto, cenan a las 19:00) y encontramos rápidamente una típica cervecería alemana en la que poder entrar diciendo aquello de: “Bier für alles, bitte… und schnell!!!”

En definitiva, un día espléndido para motivarse, olvidarse de problemas, de preocupaciones y quitarse de encima esa tristeza que comentaba al principio. Se que el bueno de Rafa, que no hace más que intentar que hagamos esto mismo en Madrid, dirá aquello de que “Vaya descubrimiento, si hubieras venido a las excursiones que yo monto, ya sabrías todo esto”. Ganar en altura físicamente hace a veces ganar altura moral y contemplas los problemas y preocupaciones desde una perspectiva más ajustada. 





11 abril 2011

Murakami: De qué hablo cuando hablo de correr

Hace algún tiempo, uno de mis amigos que también le da a esto de calzarse las zapatillas y salir a trotar, me preguntó si no había leído un libro sobre corredores y triatletas llamado “De qué hablo cuando hablo de correr”.

Como últimamente me dedico a esto de darle a la tecla y me parece complicado completar un par de párrafos sobre la última carrera o bien la técnica de natación, escribir un libro completo sólo sobre ello me parecía algo complicadísimo.

Aprovechando uno de los viajes que he realizado últimamente, y teniendo en cuenta que llevaba un par de libros sobre el mismo tema y me apetecía cambiar y leer algo más  ligero, comencé la lectura sin saber muy bien lo que me iba a encontrar porque , aunque el escritor (Murakami) me resultaba conocido, no había leído ninguna de sus novelas.

En resumen, el libro es un relato autobiográfico en el que Murakami va relatando una relación con el deporte a lo largo de toda su vida.

Tras unos inicios curiosos en los que el autor está completamente al margen del deporte, se dedica a gestionar un bar de jazz y lleva una vida completamente contraria a lo que se recomienda: escribe de madrugada cuando cierra el bar lo cual hace que no descanse lo suficiente, está ahogado por las deudas, fuma y bebe (Sólo le faltaba ir con malas mujeres).

El caso es que, de igual forma que hace una apuesta decidida a partir de los 30 por escribir, dejar su vida de propietario de un garito y centrarse en lo que realmente le gusta; Murakami comienza a correr para intentar mejorar su modo de vida.

Después de estos comienzos tan poco ambiciosos, va relatando el resto de sus vivencias, sus aventuras, los inicios con sesiones de trote de apenas media hora, las primeras carreras, los entrenamientos por la mañana a primera hora, los entrenamientos por la noche, la sucesión de las estaciones, la primera maratón que realiza, la segunda, sus experiencias con los triatlones, las carreras de ultradistancia… Hay que decir que actualmente Murakami dispone de una casa en Hawai (Cuna del triatlón) para poder trasladarse temporadas allí a realizar entrenamientos.

Todo esto hace que el libro de 200 páginas se lea rápido, que te identifiques con el escritor y que los saltos narrativos lo hagan muy ameno. Un buen libro para disfrutar en un parque una tarde soleada y salir después a correr con la motivación muy alta J

06 abril 2011

Media maratón de Madrid


Han pasado ya 48 horas y todavía le sigo dando vueltas a la lectura que tengo que hacer de esta media maratón de Madrid. No se si pensar que se ha retratado un gran avance o si por el contrario no han cambiado las cosas desde el año pasado.


Vaya por delante que creo que Madrid es una de las medias más exigentes que pueden hacerse, porque tiene una dureza considerable en su recorrido con una subida constante hasta la mitad del recorrido y posteriormente 4 cuestas (especialmente la última del retiro) que van seleccionando a los corredores que llegan primero a la meta.


Lo primero que tengo que decir es que con respecto a la misma prueba del año pasado he reducido más de 30 minutos. Esta quizá sea la mejor comparativa que se puede realizar: Mismo circuito, misma dificultad y las diferencias más que evidentes. Si lo mido contra la última prueba que hice comparable (20 km de Bruselas) he bajado pero tampoco tanto (Mientras aquí he hecho 2:06, en Bruselas con un km menos hice 2:11), aunque el terreno era más favorable en Bélgica. Pero sobre todo, y es a lo que más vueltas le doy, no he conseguido el objetivo que tenía fijado en un principio de bajar de dos horas.

Creo que es bueno echar un vistazo a las fases de la carrera por las que he ido pasando:

Primera fase (Hasta el km 5): Qué bonito es calentar
En la salida me coloco con el resto del equipo en una parte retrasada de la salida. Yo siempre prefiero adelantar a ver cómo todo el mundo te va adelantando y tener la sensación de que vas “clavado”. En esta primera parte vamos cogiendo posiciones poco a poco porque hay muchas ocasiones en las que te quedas encerrado y no puedes avanzar a tu ritmo.
Alrededor hay conversaciones, la gente sabe que tiene mañana por delante y charla con el compañero para espantar los nervios y los miedos internos. Paso a la altura de Jorge Juan a un par que van hablando de tías como si estuvieran en la barra de una discoteca, un poco más adelante, en el cruce con Padilla hay un par de señores mayores comentando la cena con amigos del día anterior.
Casi sin darse uno cuenta llegamos a Tribunal a un ritmo de 5 min/km. Los compañeros que llevo al lado han dicho que no querían quemarse porque tienen la maratón en dos semanas, pero se nota que la sangre les tira y que quieren más.
Giramos en Santa Engracia y la cosa se va poniendo más interesante: Una cuesta arriba continua nos advierte de que las cosas no van a ser tan fáciles toda la prueba. En esta zona se va limpiando la calle, cada vez hay más huecos entre los corredores y esto hace que sea más agradable correr.
Como cada año, los bomberos de Santa Engracia nos animan desde los camiones, así como a sus compañeros que están corriendo.

Segunda fase (km5 al 10): La cuesta arriba continua
Llegamos a Cuatro Caminos con un ritmo todavía rápido de  5:20 min/km; me empiezo a dar cuenta que lo de tomárselo con calma para el resto de los tritones no va a ser lo mismo que para mí e intento encontrar mi ritmo poco a poco.
En el cruce con Sor Ángela de la Cruz se marchan los José Luis y Santos, me quedo con Beatriz y María para seguir subiendo por las cuestas de Bravo Murillo. Cada vez se incorpora más público en los laterales de la calle para animar y cada vez hay menos conversaciones entre los corredores.
Yo voy siguiendo a las chicas pero noto cómo me voy quedando a medida que pasan los metros. En el repecho antes de plaza Castilla me dejan las dos para salir por delante. La carrera se me va a hacer larga y me coloco los cascos para escuchar música.
Una vez que se llega a Plaza Castilla, se empieza a suavizar el perfil de la prueba y las piernas pueden respirar después de los 6 km de subida.
Paso el arco de los 10 km. Miro la marca. 55 minutos. El año pasado lo hice en 1 hora y 10 minutos. Me siento fuerte y las cosas van bien, si la carrera hubiera sido de 10 km hubiera bajado mi MMP.

Tercera fase (km 10 al 16): El perfil dice que baja, pero esto es un tobogán
Nada más pasar el arco de los diez kilómetros llegamos hasta Duque de Pastrana. Seguimos dejándonos llevar en la cuesta abajo y esto nos permite ver lo que sucede a nuestro alrededor: Aquí la carrera ya ha hecho una primera selección, hay corredores que se quedan en los laterales, otros que comienzan a andar, otros que van claramente pasando un mal rato.
En los laterales hay menos gente, se nota que pasamos por una zona residencial en la que no hay mucha gente por la calle, con lo que seguimos corriendo solos.
Al llegar a Pio XII, se entra en una cuesta seria, el repecho son 300 mts pero lo suficiente para sacar a las piernas de ese trote cómodo al que estaban acostumbradas y que protesten por el sobreesfuerzo “¿Dónde te crees que vas? – me dicen – ¿Acaso no nos has maltratado ya lo suficiente?”
La carrera sigue avanzando hasta el avituallamiento del km 13 sin más novedades. Una vez que se empiezan a ver las mesas con botellas enfrente del parque Gloria Fuertes, se va viendo cada vez más corredores que se ponen a andar tranquilamente para recuperar líquidos. Yo decido no pasar por ello porque el tumulto que se ha montado te puede romper el ritmo y, lo que es peor, tropezarte con alguien o pisar alguna botella y torcerte el tobillo.
Llevo un cinturón con botellitas pequeñas que he usado alguna vez para tiradas largas. No hay duda de que es muy útil y una buena compra: Permite que dosifiques mejor la bebida y no atragantarse al correr.
Al llegar a la plaza Colombia comienza un nuevo tobogán, con una pendiente más tendida pero más largo hasta llegar a Concha Espina.
A partir de ahí comienza un descenso frenético hasta llegar al cruce de María de Molina en el que nos volvemos a encontrar con otro muro: La subida a Diego de León.
En esta subida ya noto las piernas pesadas y con poca chispa, hay que reducir claramente la marcha y por primera vez soy consciente de que hay muchos corredores pasándome. Es cierto que mucha gente se queda anclada y tiene que ponerse a andar, pero yo consigo no pararme.

Cuarta fase (km 16 al 21): El naufragio
A partir del puesto de agua de la Plaza Marqués de Salamanca todo empieza a irme mal. Cada vez estoy más seguro de que me están doliendo los pies porque tengo molestias en la parte delantera del pie derecho y en algunos dedos.

A la altura de Menéndez Pelayo se va apiñando la gente para animar. Están todos empujándonos para que completemos los últimos kilómetros, pero yo ya tengo la mente puesta en la cuesta del ángel caído.

Tras llegar a Mariano de Cavia miro el reloj y veo que llevo tiempo como para bajar de dos horas, va a estar justo pero hay que intentarlo. En la Avenida Ciudad de Barcelona empiezo a sentir calambres en los gemelos. Ya están mis amigos los soleos dando ánimos. Ando un poco para estirar y vuelvo a salir corriendo.

La cuesta de Atocha nos recibe con su pendiente. Aquí las bajas se cuentan por decenas y la gente se tiene que parar por falta de fuerzas. Yo acorto el paso y tiro para arriba. Sin embargo a la entrada del retiro pierdo fuelle y me pongo a andar. Hago toda la cuesta andando, consciente de que estoy perdiendo mi objetivo, pero no puedo más. Me molestan los pies y me duelen los gemelos. Al llegar a la plaza del ángel caído vuelvo a arrancar y hago otros 700 mts.

Otra vez andando. Conozco el recorrido y se que no me queda nada, pero no soy capaz de arrancar. Noto una mano en la espalda y veo a Iñaki (Monitor del Holmes) que ha ido a ayudar a su mujer y que me ha reconocido por la equipación del club. Me anima para que siga. Ya no queda nada.

El trote voy consiguiendo que se acelere, empiezo a correr cada vez más, hasta tener un ritmo adecuado. Enfilo la recta de meta. Están entregando los premios, pero yo sólo quiero llegar. Veo en las vallas a amigos, veo a Álvaro animándome, me ha visto. Paso meta. Tiempo 2 horas 6 minutos. Se escapó el objetivo, pero caerá. Ya lo creo que caerá.