06 abril 2011

Media maratón de Madrid


Han pasado ya 48 horas y todavía le sigo dando vueltas a la lectura que tengo que hacer de esta media maratón de Madrid. No se si pensar que se ha retratado un gran avance o si por el contrario no han cambiado las cosas desde el año pasado.


Vaya por delante que creo que Madrid es una de las medias más exigentes que pueden hacerse, porque tiene una dureza considerable en su recorrido con una subida constante hasta la mitad del recorrido y posteriormente 4 cuestas (especialmente la última del retiro) que van seleccionando a los corredores que llegan primero a la meta.


Lo primero que tengo que decir es que con respecto a la misma prueba del año pasado he reducido más de 30 minutos. Esta quizá sea la mejor comparativa que se puede realizar: Mismo circuito, misma dificultad y las diferencias más que evidentes. Si lo mido contra la última prueba que hice comparable (20 km de Bruselas) he bajado pero tampoco tanto (Mientras aquí he hecho 2:06, en Bruselas con un km menos hice 2:11), aunque el terreno era más favorable en Bélgica. Pero sobre todo, y es a lo que más vueltas le doy, no he conseguido el objetivo que tenía fijado en un principio de bajar de dos horas.

Creo que es bueno echar un vistazo a las fases de la carrera por las que he ido pasando:

Primera fase (Hasta el km 5): Qué bonito es calentar
En la salida me coloco con el resto del equipo en una parte retrasada de la salida. Yo siempre prefiero adelantar a ver cómo todo el mundo te va adelantando y tener la sensación de que vas “clavado”. En esta primera parte vamos cogiendo posiciones poco a poco porque hay muchas ocasiones en las que te quedas encerrado y no puedes avanzar a tu ritmo.
Alrededor hay conversaciones, la gente sabe que tiene mañana por delante y charla con el compañero para espantar los nervios y los miedos internos. Paso a la altura de Jorge Juan a un par que van hablando de tías como si estuvieran en la barra de una discoteca, un poco más adelante, en el cruce con Padilla hay un par de señores mayores comentando la cena con amigos del día anterior.
Casi sin darse uno cuenta llegamos a Tribunal a un ritmo de 5 min/km. Los compañeros que llevo al lado han dicho que no querían quemarse porque tienen la maratón en dos semanas, pero se nota que la sangre les tira y que quieren más.
Giramos en Santa Engracia y la cosa se va poniendo más interesante: Una cuesta arriba continua nos advierte de que las cosas no van a ser tan fáciles toda la prueba. En esta zona se va limpiando la calle, cada vez hay más huecos entre los corredores y esto hace que sea más agradable correr.
Como cada año, los bomberos de Santa Engracia nos animan desde los camiones, así como a sus compañeros que están corriendo.

Segunda fase (km5 al 10): La cuesta arriba continua
Llegamos a Cuatro Caminos con un ritmo todavía rápido de  5:20 min/km; me empiezo a dar cuenta que lo de tomárselo con calma para el resto de los tritones no va a ser lo mismo que para mí e intento encontrar mi ritmo poco a poco.
En el cruce con Sor Ángela de la Cruz se marchan los José Luis y Santos, me quedo con Beatriz y María para seguir subiendo por las cuestas de Bravo Murillo. Cada vez se incorpora más público en los laterales de la calle para animar y cada vez hay menos conversaciones entre los corredores.
Yo voy siguiendo a las chicas pero noto cómo me voy quedando a medida que pasan los metros. En el repecho antes de plaza Castilla me dejan las dos para salir por delante. La carrera se me va a hacer larga y me coloco los cascos para escuchar música.
Una vez que se llega a Plaza Castilla, se empieza a suavizar el perfil de la prueba y las piernas pueden respirar después de los 6 km de subida.
Paso el arco de los 10 km. Miro la marca. 55 minutos. El año pasado lo hice en 1 hora y 10 minutos. Me siento fuerte y las cosas van bien, si la carrera hubiera sido de 10 km hubiera bajado mi MMP.

Tercera fase (km 10 al 16): El perfil dice que baja, pero esto es un tobogán
Nada más pasar el arco de los diez kilómetros llegamos hasta Duque de Pastrana. Seguimos dejándonos llevar en la cuesta abajo y esto nos permite ver lo que sucede a nuestro alrededor: Aquí la carrera ya ha hecho una primera selección, hay corredores que se quedan en los laterales, otros que comienzan a andar, otros que van claramente pasando un mal rato.
En los laterales hay menos gente, se nota que pasamos por una zona residencial en la que no hay mucha gente por la calle, con lo que seguimos corriendo solos.
Al llegar a Pio XII, se entra en una cuesta seria, el repecho son 300 mts pero lo suficiente para sacar a las piernas de ese trote cómodo al que estaban acostumbradas y que protesten por el sobreesfuerzo “¿Dónde te crees que vas? – me dicen – ¿Acaso no nos has maltratado ya lo suficiente?”
La carrera sigue avanzando hasta el avituallamiento del km 13 sin más novedades. Una vez que se empiezan a ver las mesas con botellas enfrente del parque Gloria Fuertes, se va viendo cada vez más corredores que se ponen a andar tranquilamente para recuperar líquidos. Yo decido no pasar por ello porque el tumulto que se ha montado te puede romper el ritmo y, lo que es peor, tropezarte con alguien o pisar alguna botella y torcerte el tobillo.
Llevo un cinturón con botellitas pequeñas que he usado alguna vez para tiradas largas. No hay duda de que es muy útil y una buena compra: Permite que dosifiques mejor la bebida y no atragantarse al correr.
Al llegar a la plaza Colombia comienza un nuevo tobogán, con una pendiente más tendida pero más largo hasta llegar a Concha Espina.
A partir de ahí comienza un descenso frenético hasta llegar al cruce de María de Molina en el que nos volvemos a encontrar con otro muro: La subida a Diego de León.
En esta subida ya noto las piernas pesadas y con poca chispa, hay que reducir claramente la marcha y por primera vez soy consciente de que hay muchos corredores pasándome. Es cierto que mucha gente se queda anclada y tiene que ponerse a andar, pero yo consigo no pararme.

Cuarta fase (km 16 al 21): El naufragio
A partir del puesto de agua de la Plaza Marqués de Salamanca todo empieza a irme mal. Cada vez estoy más seguro de que me están doliendo los pies porque tengo molestias en la parte delantera del pie derecho y en algunos dedos.

A la altura de Menéndez Pelayo se va apiñando la gente para animar. Están todos empujándonos para que completemos los últimos kilómetros, pero yo ya tengo la mente puesta en la cuesta del ángel caído.

Tras llegar a Mariano de Cavia miro el reloj y veo que llevo tiempo como para bajar de dos horas, va a estar justo pero hay que intentarlo. En la Avenida Ciudad de Barcelona empiezo a sentir calambres en los gemelos. Ya están mis amigos los soleos dando ánimos. Ando un poco para estirar y vuelvo a salir corriendo.

La cuesta de Atocha nos recibe con su pendiente. Aquí las bajas se cuentan por decenas y la gente se tiene que parar por falta de fuerzas. Yo acorto el paso y tiro para arriba. Sin embargo a la entrada del retiro pierdo fuelle y me pongo a andar. Hago toda la cuesta andando, consciente de que estoy perdiendo mi objetivo, pero no puedo más. Me molestan los pies y me duelen los gemelos. Al llegar a la plaza del ángel caído vuelvo a arrancar y hago otros 700 mts.

Otra vez andando. Conozco el recorrido y se que no me queda nada, pero no soy capaz de arrancar. Noto una mano en la espalda y veo a Iñaki (Monitor del Holmes) que ha ido a ayudar a su mujer y que me ha reconocido por la equipación del club. Me anima para que siga. Ya no queda nada.

El trote voy consiguiendo que se acelere, empiezo a correr cada vez más, hasta tener un ritmo adecuado. Enfilo la recta de meta. Están entregando los premios, pero yo sólo quiero llegar. Veo en las vallas a amigos, veo a Álvaro animándome, me ha visto. Paso meta. Tiempo 2 horas 6 minutos. Se escapó el objetivo, pero caerá. Ya lo creo que caerá.


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