27 diciembre 2010

Cuando el terreno pica hacia arriba, o mi primera carrera de montaña

Aunque con preparación justita, la verdad es que me planté el sábado 18 con muchas ganas de participar en mi primera carrera de montaña.
La carrera consistía en 11 km en cercedilla en los que se iniciaba la ascensión a la cumbre del telégrafo y posteriormente se iba bajando hasta el pueblo de nuevo.

La verdad es que el inicio de la prueba no se diferenciaba en nada de las otras carreras en las que pueda haber participado. Es cierto que el hecho de estar corriendo por primera vez por un pueblo, con sus calles más angostas y con un ambiente claramente más rural, pues se hacía distinto de las calles de Madrid.

Antes del primer kilómetro, el terreno empezó a picar hacia arriba, y a partir de ahí iba a empezar la parte más dura del descubrimiento de la carrera de montaña. Los caminos de tierra que salian del pueblo tenían hielo formado que hacía que resbalásemos a cada paso, aun así iba manteniendo el ritmo junto con los tritones que me sirven de referencia en las carreras. Tenía a Nica a mi lado y a Oscar, el hermano de Rafa, que me iba acompañando.

Antes del kilómetro 2 ya estaba andando, y es que las pendientes por las que nos hicieron subir, como bien habían puesto los de la organización en un cartel socarrón "No las subís ni con solomillo de Irún". Ni falta que hacía que nos lo recordaran. De ahí al kilómetro 5 la ascensión apenas dejaba espacio para correr. Continuamente ibamos corriendo para volver a andar un poco más adelante. Además el calor que hizo ese día nos pilló por sorpresa y yo iba demasiado abrigado por lo que tenía una sensación permanente de sofoco.

Coronamos Oscar y yo juntos. La verdad es que aunque la ascensión había sido dura, la sensación de andar por la montaña con todo el mundo que estábamos allí era de lo más recomendable.

El inicio del descenso era rápido, el camino peligroso porque un mal paso significaba una caída fuerte. Nada más recorrer los primeros 500 metros nos encontramos el primer inconveniente: un riachuelo. Y aquí cometí el primer fallo de principiante (que corriendo también se hacen): Me paré unos minutos para ver por donde convenía pasar el riachuelo. Al final me mojé igual, perdí bastante tiempo y luego iría recriminándome bastante tiempo la tontería que había hecho.

Además, durante los 6 kilómetros que tenía por delante, se iban forzando las plantillas de los pies, porque estaba durante todo el tiempo descendiendo en oblicuo a la pendiente. Esto haría que durante los siguientes días tuviera unas importantes agujetas en los gemelos que estuvieron trabajando forzados todo el rato.

Al final 1 hora y 20 minutos de intensa carrera, que no tiene correspondencia con las anteriores carreras de circuito urbano, pero que constituyen una primera aproximación a las carreras de montaña. Después celebramos la comida de fin de temporada de los tritones y la entrega de premios con mucho humor y mucha mala leche (Que también era hora de ajustar las cuentas :P) A mí me calló una nominación a la mejor progresión del año, y aunque no pudiese ganar, la verdad es que me tiene que servir como referencia para intentar que la próxima temporada sea incluso mejor que la que queda atrás.

La próxima cita en la San Silvestre Vallecana, en la que correremos más tranquilos para finalizar el año como lo vengo haciendo desde hace más de 13 años. Nos veremos allí

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